domingo, 21 de noviembre de 2010

Rinconcito de poesía

Farewell



Desde el fondo de ti, y arrodillado,
un niño triste como yo, nos mira.

Por esa vida que arderá en sus venas
tendrían que amarrarse nuestras vidas.

Por esas manos, hijas de tus manos,
tendrían que matar las manos mías.

Por sus ojos abiertos en la tierra
veré en los tuyos lágrimas un día.

Yo no lo quiero, Amada.
Para que nada nos amarre
que no nos una nada.

Ni la palabra que aromó tu boca,
ni lo que no dijeron tus palabras.

Ni la fiesta de amor que no tuvimos,
ni tus sollozos junto a la ventana.

Amo el amor de los marineros
que besan y se van.

Dejan una promesa.
No vuelven nunca más.

En cada puerto una mujer espera:
los marineros besan y se van.

(Una noche se acuestan con la muerte
en el lecho del mar.)

Amo el amor que se reparte
en besos, lecho y pan.

Amor que puede ser eterno
y puede ser fugaz.

Amor que quiere libertarse
para volver a amar.

Amor divinizado que se acerca
Amor divinizado que se va.

Ya no se encantarán mis ojos en tus ojos,
ya no se endulzará junto a ti mi dolor.

Pero hacia donde vaya llevaré tu mirada
y hacia donde camines llevarás mi dolor.

Fui tuyo, fuiste mía. ¿Qué más? Juntos hicimos
un recodo en la ruta donde el amor pasó.

Fui tuyo, fuiste mía. Tú serás del que te ame,
del que corte en tu huerto lo que he sembrado yo.

Yo me voy. Estoy triste: pero siempre estoy triste.
Vengo desde tus brazos. No sé hacia dónde voy.

...Desde tu corazón me dice adiós un niño.
Y yo le digo adiós.

Por Pablo Neruda

Adios y gracias

Este ha sido mi refugio y mi castillo durante muchos atardeceres. Acá he dejado parte de mi ser, pero ha llegado el momento de partir y creo que la fecha es un buen momento. 


Mil gracias a quienes pasaron por acá y dejaron algunas lineas, a quienes solo leyeron igualmente por haberse dado un instante de conexión conmigo; a quienes se hicieron mis amigos, a esos, los conservo en el alma. 


El lugar no cerrará sus puertas, pero solo será un poco como un viejo álbum de fotos, al que recurriré en busca de recuerdos.











sábado, 20 de noviembre de 2010

sábado, 6 de noviembre de 2010

Una historia que deseo difundir.

El señor Gustavo Gómez periodista a quien admiro, escribió esto para la revista Soho.  La publico porque expresa mucho de lo que yo mismo no he atinado a decir en mucho tiempo.


"Al sur del Huila, en una región apartada del municipio de Pitalito, la violencia se mete completica al hogar de la familia Rodríguez. Los delincuentes la emprenden contra el dueño de casa y, en la ira que suele acompañar las acciones de quienes hacen de lo ajeno cosa propia, le dan un tiro en el pecho tratando de hacerlo confesar dónde esconde algo de valor. El hijo pequeño, al ver al papá tirado en el piso, se va corriendo a su habitación y vuelve para enfrentar a los asesinos con su única arma: un marranito de barro lleno de monedas. Temblando, se lo ofrece a los cuatro delincuentes, pidiéndoles a cambio no seguir maltratado a su papá. El señor Rodríguez se muere sin saber, al igual que los obtusos ladrones, que el verdadero tesoro de la casa estaba escondido en el corazón de un niño."


http://www.soho.com.co/wf_InfoArticulo.aspx?idArt=11857

Y si al final del camino la vida no te encuentra triunfante, que por lo menos te encuentre luchando!