jueves, 31 de octubre de 2024

SER GAY ES COMPLEJO 

Desde hace tiempo tengo este espacio pendiente. No lo he cerrado porque creo que algo tengo que seguir diciendo. El año 2019 fue particularmente duro, mis fuerzas fueron exigidas al máximo y creo que pude no tener momento para contarlo.  

Los gay somos personas al límite. Desde pequeños, al menos los que no somos millenials,  nos convertimos en el modelo de muchas cosas: El profesional exitoso, el hijo dedicado, el trabajador apreciado, el amigo cercano y disponible y así. Todo por una mendicidad de aceptación y afecto que solo tiempo después logré comprender. Es como si tratáramos de compensar nuestra "maricada" y equilibrar la balanza de las expectativas familiares, sociales y laborales para que "nos perdonen lo gay".   En mi generación, yo no fui la excepción. Desde que en 1997 salí del closet en casa he tenido una lucha interna con mi madre por su reconocimiento y afecto que he perdido estrepitosamente frente a mi hermano pastor de iglesia cristiana. Solo soy el hijo de llamar cuando es cumpleaños, cuando se necesita plata y cuando se deben tomar decisiones complejas pero para celebrar, para reconocer, para mostrar... NO. Recuerdo cientos de conversaciones de mi madre en que se llenaba de eufemismos para explicar mi condición de soltero +30. Recuerdo con especial amargura cuando me dijo "yo no quiero saber nada de esa vida suya" cerrando por 25 años la puerta a saber quién era su hijo, quién era su pareja, cómo se sentía, cómo estaba su salud, cómo iba su trabajo... Mi padre solo fue una figura decorativa que ahora agoniza de a pocos en la costa porque le falta el aire gracias a su tabaquismo crónico. Mi verdadero padre afectivo fue mi abuelo quien falleció a mis 17 a quien nunca dejo de extrañar.

Mis estudios ese año fueron desastrosos. Perdí completamente un año de maestría por física falta de tiempo y concentración pero el verdadero agujero negro era mi trabajo. Tenía un jefe abusador, homofóbico, grosero, ramplón, terco y que odiaba todo en mi pero como le produzco dinero no me despedía. Renunciar no era una alternativa en un mercado laboral complejo y con una hipoteca a mitad de camino. Recibí insultos, malas caras, muecas por saludo, comentarios de pasillo, mal ambiente entre mis compañeros de trabajo y una supervisora inmediata psicorrígida, altanera y despistada que ejecutaba el trabajo sucio. 

Luego de meses de acoso, de llanto, de no dormir los domingos en la noche por sentir llegar el lunes, de taquicardias nacidas solo de la ansiedad y el estrés me reventé: una tarde en la oficina comencé a planear mi suicidio.

Tuve cientos de ideas pero la que mas me llevaba era el hacerlo dentro de la oficina, como un mensaje macabro de venganza sobre este badulaque de manera que se convirtiera en una inmolación mutua pero no pude. No por el, sino por mis dos razones de vida: mis hijos. Recuerdo mucho esa noche. Los llamé al apartamento y les dije lo que me había estado pasando por la cabeza, les pedí que me llevaran a la central de urgencias de mi servicio de salud y que llamaran a Javier, uno de mis mejores amigos. Esa decisión fue salvífica!

Estuve internado mes y medio en una clínica de salud mental y luego estuve en hospital día durante otro mes, retorné a mi trabajo y el escándalo funcionó. Al imbécil no lo echaron porque es un vicepresidente pero si le limitaron sus funciones y contacto conmigo, pusieron una jefa intermedia que ha servido de escudo.

No voy a contar los pormenores de mi tratamiento o de la estadía en este lugar, al menos por ahora pero si quiero establecer varias cosas:

  • Saqué la rabia que tenía dentro por haberme dejado manipular por mi familia y tuve el valor de decirles unas cuantas verdades que tenía guardadas por años.
  • Mi trabajo, en el cual soy fabuloso, responde por mi. No en balde tengo a cargo los tres centros de costo mas rentables de la empresa y si el imbécil vuelve a molestar tomaré las medidas no solo al interior de la empresa sino a nivel legal para aplastarlo sin piedad.
  • Mi felicidad es mi responsabilidad. NO voy a seguir aplazando decisiones solo porque pueden afectar a otros o porque posiblemente sea complejo. NO. La vida es muy corta y el cielo muy alto para quedarse en un solo sitio.
  • Mis amigos siempre contarán conmigo pero deben aprender a solucionar sus problemas y a salir de ellos por medio de sus decisiones. 
  • Mis hijos son y serán mi prioridad. Si mi madre o cualquier otro no los acepta entonces me perderá a mi también.

La salud mental es algo de lo que se debe hablar, es igual que una gripa, un dolor o un sarpullido. Si se descuida se vuelve algo mas grave.

Desde esa navidad de 2019, he tenido el periodo mas feliz de mi vida. Mis hijos han estado a mi lado, sobrevivimos a la pandemia, las relaciones familiares han cambiado pero eso será material de otra publicación.




Y si al final del camino la vida no te encuentra triunfante, que por lo menos te encuentre luchando!