lunes, 17 de noviembre de 2008

Una vez soñé

Una vez soñé, cuando vi tu rostro de niño, de joven, de hombre que no era posible tanta belleza en un ser.

Una vez soñé, cuando después de haber caminado por toda la ciudad y sentír un nudo en el pecho, al final de la tarde, en Teusaquillo debajo de un arbol de sauce te pedí que fueras mi novio y tu me dijiste que sí. Ese día me sentí el hombre mas feliz de la tierra.

Una vez soñé, esa noche cuando la luna se hizo nuestra complice, cuando por primera vez estuvimos juntos, cuando timidamente te quitaba la ropa, cuando por primera vez veia tu cuerpo desnudo, cuando hicimos el milagro de la carne hecha verbo. Soñé que tu amor sería eterno.

Una vez soñé, cuando en medio de la noche me desperté sobresaltado, para comprobar que aún estabas ahí. Me quedé llorando de ternura, de sobresalto, de ... que se yo, de jubilo de saberte a mi lado, ahí con tu respirar pausado, tus ojos cerrados y tu rostro perfecto ... durmiendo a mi lado sin otra pretención que el estar juntos. Creí que no me cabía tanta felicidad en el pecho y que Dios era el ser mas maravilloso por habenos puesto en el mismo camino.

Una vez soñe, cuando en la clínica me tomaste de la mano y me diste valor, que no había hombre en el mundo que me pudiera brindar confianza tal como tu lo hacias.

Una vez soñé, cuando caminabamos de la mano los tres con tu hermanito, que había podido construir con tu ayuda una familia.

Una vez soné, con poder decirle a tu madre que la amaba con el alma, que la bendecía todos los días en mis oraciones por haberme regalado la felicidad de tu existencia.

Una vez soñé, con esperarte en el aeropuerto al regreso de tu viaje y solo verte a los ojos para saber que todo seguía igual entre nosotros.

Una vez soñé, con que ese día que iniciamos nuestra vida juntos fuera el primero de una nueva existencia.

Una vez soñé, cuando defendiendo a tu madre hiciste frente al mal, que la nobleza, la bravura y el valor habían templado tu corazón.

Una vez soñé, que el placer mas sencillo de la vida era motivo de fiesta, cuando solo los dos empujabamos el carrito de mercado.

Una vez soñé, que era feliz.

Siempre supe, que tenía al hombre fiel a mi lado.

Una vez soñé, con caminar a paso cansino, anciano a tu lado y disfrutar del ineluctable gozo de darle maíz a las palomas.

Una vez soñé, con amarte no hasta la muerte ... sino hasta la eternidad.

Una vez soñé ... pero desperté y ya no estabas.

Y si al final del camino la vida no te encuentra triunfante, que por lo menos te encuentre luchando!